Es reconocido y todos los estudios lo confirman, que los pacientes diabéticos, dependiendo de la edad, duración de la enfermedad y el control glucémico conseguido a lo largo de los años, acaban sufriendo un grado de insuficiencia renal de moderada a grave al menos en un 20%, lo que nos obligará en muchos de estos casos a un cambio del tratamiento médico prescrito, una mayor monitorización de la función renal y una mayor exigencia en el control glucémico que evite un progresivo deterioro. De forma sencilla y muy didáctica, una reciente entrega del
The British Journal of Diabetes & Vascular Disease , nos acerca e esta problemática que en AP. es prácticamente diaria. En el
blog de la Redgedaps, Mateu Seguí Díaz hace un resumen perfecto traducido al castellano. Aquí nos limitamos a relatar el Abstract y a presentar una tabla que sintetiza bastante bien el problema.
Una insuficiencia renal moderada ( filtrado entre el 30-60 ml/mto), nos obliga a ajustar la dosis de metformina, agonistas de los receptores de los GLP-1, sulfonilureas y todos los inhibidores dela DPP-4 a excepción de la linagliptina. Cuando las tasas de filtración golmerular caen alrededor de los 15 ml/ mto, se permiten solamente la utilización de una meglitinida, pioglitazona y algunas sulfonilureas (gliclazida), pero monitorizando cuidadosamente sus dosis y efectos secundarios sobre comorbilidades que pueden ser de gran trascendencia y peligrosos para el paciente. Los inhibidores de la DPPP-4 podrán utilizarse con filtrados bajos, siempre que de ajusten las dosis, en el caso de la linagliptina se podrá utilizar sin reducción de dosis dado su escasa eliminación renal, utilizandose incluso en pacientes dializados. La insulina, se podrá utilizar en cualquier caso de insuficiencia renal, pero debemos de tener en cuenta que parte de su degradación se realiza mediante proteasas de las células tubulares.
Pues eso. Dejémonos de bobadas e insulinicemos a los pacientes por debajo de 15. Usaremos no mucha insulina, pues como bien dices se degrada menos. Tendremos un objetivo de una glucosilada de 8 u 8,5 (el paciente ya es portador de al menos una complicación microvascular grave) y buscaremos las menos hipoglucemias posibles (mejor ninguna). Además, la insulina es más fácil de manejar en los probables procesos intercurrentes e ingresos que tenga el paciente. En el fondo, toda esta discusión no entraña más que una pelea por dar imagen de seguridad de los distintos iDPP-4. Pero, por mucho que se empeñen, el insuficiente renal es un paciente de insulina. Juan Carlos
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