Las grasas saturadas ¿son tan malas?

La controversia sobre la importancia de las grasas saturadas en la génesis de la aterosclerosis y más concretamente en la enfermedad arterial coronaria va cobrando cada día mas interés. En la última semana dos artículos en el BJM mueven el tema.
Es el Dr. Malhotra del Hospital Universitario de Croydon de  Londres el que inicia el debate con su artículo “La grasa saturada no es el principal problema”  en el que tras reconocer que  las grasas “trans” incorporadas en  muchas comidas rápidas, productos de panadería y margarinas, aumentan el riesgo de enfermedad cardiovascular a través de procesos inflamatorios, hace una llamativa y encendida  “defensa” de las grasas saturadas, calificando de “mantra”, la insistente demonización que tras el “Estudio Siete Países”  de Ancel  Keys, allá por los años 70 se hizo de este grupo de alimentos;  la conclusión de aquel estudio fue  que había una relación entre el colesterol  total elevado y la enfermedad coronaria, pero eso no implicaba según  Malhotra  causalidad alguna, esa errónea conclusión ha llevado según él, a que durante cuatro décadas se aconseje insistentemente a reducir la ingesta de grasas, (no más de un 30% del total de calorías deben de aportarse por esta vía y menos del 10% deben de proceder de grasas saturadas). Grave error según el autor, pues aceptando que es la lipoproteína de baja densidad  LDL la relacionada con un mayor riesgo cardiovascular, la reducción de la ingesta de grasas saturadas disminuye solo la fracción LDL-A moléculas más  grandes y ligeras con poco  protagonismo en la aterosclerosis, al contrario que la fracción LDL-B, más pequeña y densas y verdaderas responsables  del proceso aterosclerótico inducidas en su síntesis por los Hidratos de Carbono, que se han incrementado al suplantar en la dieta a las grasas suprimidas. 
Avalan esta afirmación varios estudios  que el autor referencia,  donde no se ha encontrado asociación significativa entre la ingesta de grasas saturadas y el riesgo cardiovascular (Siri-Tarino PW, Meta-análisis de estudios de cohorte prospectivos que evaluaron la asociación de la grasa saturada con la enfermedad cardiovascular. Am J Clin Nutr 2010). Por el contrario aconseja  el consumo de grasa saturadas pues los lácteos que la contienen  son ricos en nutrientes necesarios como la Vit  A y D, además de Ca y P que han demostrado beneficios en la hipertensión arterial y disminuyen el riesgo cardiovascular. Un estudio (Mozaffarian D, et al. Acido Trans palmitoleico, los factores de riesgo metabólicos y diabetes de nueva aparición en los adultos de Estados Unidos: un estudio de cohorte. Ann Intern Med 2010) mostró que las concentraciones más altas de plasma del acido trans palmitoleico, un ácido graso que se encuentra principalmente en los productos lácteos, se asoció con una mayor concentración de la lipoproteína de alta densidad HDL, concentraciones más bajas de los triglicéridos y proteína C reactiva,  reducción de la resistencia a la insulina, y una menor incidencia de la diabetes en los adultos.
La industria de la alimentación ha compensado y sustituido la grasa saturada por azúcar añadido, propiciando la aparición del  síndrome metabólico (el grupo de hipertensión, hiperglucemia, triglicéridos elevados, colesterol HDL bajo, y el aumento de la circunferencia de la cintura), que cada vez más se asocia al síndrome coronario, donde más de la mitad de los paciente que lo sufren no presentan realmente un colesterol  total elevado.
La creencia común mantenida de que el colesterol alto es un factor de riesgo importante para la enfermedad arterial  coronaria, ha conseguido que las estatinas sean el segundo fármaco mas recetado del mundo, y se reconoce fuerte  evidencia del beneficio de las  estatinas en prevención secundaria, por eso  a todos los pacientes después de un infarto de miocardio se prescriben tratamiento a dosis máxima independientemente de colesterol total,  pero el hecho de que ningún otro fármaco reductor del colesterol haya demostrado un beneficio en términos de mortalidad, apoya la hipótesis de que los beneficios de las estatinas son independientes de su efectos sobre el colesterol y se concretan en la estabilización de la placa coronaria y propiedades anti-inflamatoriss o pleiotrópicas.
La adopción de una dieta mediterránea después de un ataque al corazón es casi tres veces más potente en la reducción de la mortalidad que tomar una estatina  y logra una mejora del 30% con respecto a una dieta "baja en grasa" en términos de eventos cardiovasculares.
Concluye el artículo invitando a romper el mito del protagonismo de la grasas saturada en la enfermedad cardiaca y olvidar los viejos consejos dietéticos que tanto han contribuido a aumentar las tasas de obesidad.

A renglón seguido este articulo ha sido contestado por otro del Dr. Jim Mann de la Universidad de Otago,  Nueva Zelanda con el mismo título “La grasa saturada no es el principalproblema”, que se inicia apoyándose en el propio título y reconociendo que la enfermedad coronaria tiene una etiología compleja y  multifactorial, desconociéndose aún el “principal problema”,  y reconociendo como factor de riesgo claramente establecido el  síndrome metabolico y su pléyade de patología asociada  de  sobrepeso,  hiperglucemia, hipertensión,  dislipemia y obesidad central, que ha propiciado el consejo sobre el control de peso del paciente como uno de los pilares de la cardiología preventiva. El azúcar y las bebidas  dulces pues, como alimentos ricos en calorías que promueven el sobrepeso y la obesidad  se les considera en la actualidad con efecto adverso sobre el riesgo cardiovascular además pueden aumentar el colesterol total y los triglicéridos y la presión arterial, la presión diastólica en especial.
El Dr. Jim Mann está en esto de acuerdo con el Dr. Malhotra que la sustitución de grasas con azúcares en los alimentos manufacturados y otros es totalmente inapropiado. Sin embargo, discrepa fuertemente de su conclusión de que la grasa saturada sea exonerado como causa de enfermedad cardiaca coronaria.
No puede admitir de Malhotra la afirmación de que “el consejo de reducir la ingesta de grasa saturada ha producido, paradójicamente, un aumento de los riesgos cardiovasculares" pues son muchos los estudios de cohorte y ensayos clínicos que en las últimas décadas han demostrado  una disminución sustancial en la mortalidad por enfermedades cardiovasculares, de forma paralela a la disminución tanto de la ingesta de grasas saturadas como del  colesterol sérico.  Mann cita metanalisis con más de 900.000 pacientes de países occidentales  donde se da una relación lineal entre el colesterol total y mortalidad por enfermedad coronaria , aunque reconoce que no existe la misma relación en el caso de accidente cerebrovascular que presenta etiología mas “heterogénea”, y critica los ensayos presentados por  Malhotra  como realizados en población asiática con probables múltiples  defectos de sesgos.
La evidencia directa de una asociación entre el consumo de grasas saturadas y las enfermedades del corazón reconoce que es menos clara, pero esto  lo justifica porque en muchos estudios no se ha tenido en cuenta los nutrientes utilizados en sustitución de las  retiradas, información errónea sobre la grasa considerada a retirar, corrección adecuada según estilo de vida y errores metodológicos. Pero los resultados son más evidentes cuando se tienen en cuenta lo que sustituye a las grasa saturada , como en el estudio de Jakobsen et al (2009) donde  el efecto sobre el riesgo de cardiopatía coronaria de la sustitución de las grasas saturadas, por grasas poliinsaturadas, obtuvo una reducción significativa en el riesgo de cardiopatía coronaria mientras que la sustitución con hidratos de carbono dio como resultado un modesto incremento en el riesgo. Un metaanálisis de 8 ensayos relativamente a largo plazo Mozaffarian et al (2010) logró mediante la sustitución de grasas saturadas  principalmente por grasas poliinsaturadas confirmo los datos anteriores.
Muchos son los estudios y en todos la sustitución de grasa saturada se asoció también con una mejora de la proporción de colesterol HDL, siendo  el mayor efecto observado con la sustitución por  grasa poliinsaturada . Los ensayos clínicos que implican la reducción del colesterol total por la dieta o medicamentos confirman la reducción de riesgo de cardiopatía coronaria en proporción a la magnitud de la reducción del colesterol.
Para  el Dr. Jim Mann  principios básicos de cardioproteccion en una dieta con sin duda la reducción de grasas saturadas y azúcares libres y un aumento en la proporción de insaturados a ácidos grasos saturados.

La  discusión se mantiene, sigue viva y es de gran interés por afectar a patologías de gran importancia y afectar a la alimentación de la población general.

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