El trastorno bipolar, una herencia envenenada.


Hoy comentamos un artículo que no es reciente pero si me parece interesante y motivo justificado para una distendida discusión en plena canícula.




La idea de que el Trastorno Bipolar podría ser una “adaptación climática” heredada, fue planteada  por la doctora Julia Sherman que ha  traído a la palestra e integrado en su hipótesis, la vieja teoría del Dr. Kretschmer  que sostenía que el trastorno bipolar estaba relacionado con la constitución pícnica, así como con ciertos rasgos de carácter, (mientras que la esquizofrenia y la esquizotipia lo estaba con los leptosómicos - una conjetura clásica de la psiquiatría, de esas que cíclicamente se refutan y se confirman-). La Dra. Sherman plantea una teoría que ella ha denominado EOBD-R (Evolutionary origins of bipolar disorder revised). El planteamiento según ella, es que nuestra especie (H. Sapiens), habría llegado a Europa de forma tardía donde los neanderthales ya establecidos les cerraban el paso, Los Neandertales fueron una especie del genero homo (Homo neanderthalensis) especie con un volumen de cerebro similar al nuestro, constitución fuerte,de corta estatura, ancho tronco, piel clara y cabellos pelirrojos. Se extinguieron hace unos 30.000 años, sin que se sepan exactamente las causas, aunque algunos mal pensados opinan que tuvo algo que ver nuestra especie, los Homo sapiens. Los Neandertales llegaron  a Europa desde África hace unos 230.000 años, ocuparon todo el sur de Europa, desde la península Ibérica y Oriente Medio hasta el centro de Asia, sin desplazarse muy al norte a causa del intenso frio causado por las sucesivas glaciaciones de aquellas épocas. El Sapiens volucionó en África hace 200.000 años y hace unos 100.000 años se produjo una gran emigración desde África hacia Europa y Asia pasando por Oriente Medio, seguida de su dispersión posterior por todos los continentes. Eran de piel morena, algo más altos que los Neandertales, pero menos corpulentos. En los genomas analizados de restos de Homos neandertales se ha encontrado que comparten con nosotros entre 1 y 4 % de la carga genetica según las muestras estudiadas. Se supone que coexistieron durante una época y algunos hombres neandertales tuvieron relaciones con hembras  sapiens y el resultado fue un tipo de  hibridación por la cual compartimos algunos genes, aunque seamos dos especies diferentes. En esa carga genética compartida se incluyó una adaptación genética de resistencia al frio. Esa resistencia al frio consistiría en lo que hoy entendemos como depresión y manía cíclicos (trastorno bipolar o circular). En invierno y con el fin de ahorrar energía, calor y grasa, los individuos entrarían en una especie de sopor, inmovilidad, anorexia, pérdida de libido y amenorrea en mujeres  y en primavera-verano se interrumpiría este mecanismo apareciendo una fase de hipomanía, es decir de una mayor actividad sexual, gasto de energía, euforia y expansividad. De  tal manera el trastorno bipolar estaría ligado por una parte a la constitución pícnica (compacta) típica de los neandhertales, fuertes, rechonchos, de brazos cortos y cuellos y cabeza poderosos, por otra parte estaría vinculado también con “la estacionalidad”. Un núcleo de cuerpo grueso, con el tronco relativamente grande en comparación con la longitud de los brazos y las piernas, favorece la conservación de calor. Por lo tanto, la asociación entre trastorno bipolar y un físico pícnico sugiere que el grupo ancestral fue sometido a las presiones selectivas de frío, por otra parte la depresión tiene una función de conservación de la energía en un amplio grupo de animales (aunque no siempre tienen que ver con el frío sino a veces con otras condiciones ambientales como la sequía - lemures- o el excesivo calor). Por el contrario, durante el corto verano, la hipomanía sería adaptativa ya que muchas de las tareas necesarias para la supervivencia son necesarias que se lleven a cabo en un corto período de tiempo. El aumento de actividad, del interés en el sexo, social, y actividades dirigidas a objetivos específicos y necesarios para la supervivencia. Una elevada autoestima facilitaría el cortejo y el inicio de nuevas actividades, así como la exploración de nuevos nichos alimentarios.
  Naturalmente los datos de que disponemos hoy sobre ritmos estacionales en el trastorno bipolar son heterogéneos. Cualquier psiquiatra sabe que la primavera y el verano son las estaciones donde es previsible que haya más ingresos hospitalarios de maníacos. Sin embargo son de esperar también episodios maníacos fuera de la estación primavera-verano. La razón de esta discrepancia una vez más hay que ir a buscarla en el concepto causa próxima/causa remota. Simplemente el nicho climático en que estas conductas evolucionaron ya no existe.

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