La cistitis aguda recurrente es una entidad muy frecuente en
la práctica habitual del médico de atención primaria, en una revisión publicada esta semana el BMJ, actualiza este problema de una forma sencilla.
Se realizaron búsquedas en PubMed, Cochrane y se mantienen las recomendaciones basadas en
la evidencia de la Sociedad de Enfermedades Infecciosas de Estados Unidos, la
Sociedad Europea de Microbiología Clínica y Enfermedades Infecciosas, Sociedad
de Obstetras y Ginecólogos de Canadá y la Asociación Canadiense de Urología.
Las recomendaciones se limitan a las mujeres adultas no embarazadas y sin
comorbilidades, sobre pacientes con diabetes los ensayos son escasos y los
resultados menos sólidos. Quedan fuera de estas recomendaciones las niñas prepúberes, los hombres, y pacientes
con conocidas anormalidades anatómicas o funcionales del tracto urinario.
En primer lugar define como ITU recurrente la aparición de
dos episodios o mas en 6 meses o tres o más en un año, pero también considera desde una perspectiva clínica infección
urinaria recurrente, cualquier segundo
episodio de infección del tracto urinario. La mayoría de estas recurrencias se
consideran como reinfecciones.
Clínicamente, si se produce recurrencia dentro de las dos semanas de un
episodio anterior, se clasifica como una recaída, lo que sugiere el fracaso de
la terapia inicial, ya sea debido a resistencia del antibiótico o presencia de un nicho de infección persistente.
Los datos epidemiológicos nos indican que la cistitis aguda
ocurre en el 50-80% de las mujeres en la población general de las cuales un 30-44%
tendrán una recurrencia, a menudo dentro de los tres primeros meses.
Los factores de riesgo para la recurrencia en mujeres
premenopáusicas, incluyen el uso de
productos espermicidas y ser sexualmente activas. No se relacionaron con la
recurrencia la micción poscoital, las
duchas vaginales, el consumo de cafeína, antecedentes de enfermedad crónica o
una enfermedad de transmisión sexual, índice de masa corporal, el uso de ropa
interior de algodón, y tomar baños de burbujas. La micción después del coito y
el aumento de consumo de líquidos no protegen contra la recurrencia. Sin
embargo, estos factores de riesgo no se han evaluado con firmeza, y muchos
expertos recomiendan la micción poscoital, ya que elimina patógenos urinarios
de la uretra. Los factores genéticos también parecen desempeñar un papel en la
susceptibilidad de la mujer a la ITU recurrente. Una primera infección urinaria antes
de los 15 años de edad y una historia materna de ITU, son factores de riesgo independientes para la
recurrencia. Las variaciones en la respuesta inmune innata, como los
polimorfismos en los receptores tipo toll que reconocen los patógenos en el
tracto urinario, la secreción de
determinados antigenos de grupo
sanguíneo en el epitelio vesical, y la expresión de ciertos receptores de
citoquinas sobre los neutrófilos que activan su migración al sitio de la infección, son ejemplos actualmente
en investigación, de la gran importancia
que puede tener nuestra capacidad inmunitaria innata en la susceptibilidad a
sufrir este proceso. Los continuos
avances en las técnicas moleculares y estudios genómicos personalizados facilitaran
una mayor comprensión a esta predisposición genética a la ITU recurrente.
En las mujeres posmenopáusicas, la incontinencia, la historia
premenopáusica de la ITU, el estado de no-secretor ya comentado, y la orina
residual después de la micción los factores de riesgo asociados con la enfermedad IU recurrente en estudios de casos y controles bien realizados.
El estudio urológico en profundidad estará indicado en casos
de ITU recurrente que se asocien a mujeres con antecedentes de cirugía de las vías
urinarias, o que presenten conocidas anormalidades anatómicas, inmunodepresión,
cálculos, ureasas o presencia de organismos resistentes a múltiples fármacos,
anomalías documentadas de flujo, pneumaturia, fecaluria o hematuria
macroscópica persistente o hematuria microscópica asintomática tras el
tratamiento de la cistitis aguda. Una vez más, estas recomendaciones se basan
principalmente en la opinión de expertos.
Los gérmenes que causan la infecciones recurrentes del tracto urinario son similares a los de la infección esporádica, el 68-77% de las
recidivas son causadas por E. coli, cepas genéticamente indistinguibles de las
que causaron infecciones anteriores. Una reciente hipótesis derivada de los
experimentos con animales es que las bacterias invaden y persisten en el
epitelio de la vejiga y causar recurrencias por re-emergencia en la vejiga. Nichos intracelulares de los
organismos infecciosos en el epitelio de la vejiga se han demostrado en modelos
de infecciones en ratones, pero la importancia de este fenómeno en los seres
humanos no está claro.
La clínica de la ITU recurrente es la misma que para la
cistitis aguda esporádica. Síntomas
locales de disuria, frecuencia y urgencia miccional, la hematuria y
dolor suprapúbico también pueden estar presentes como parte de la cistitis sin
complicaciones. Los síntomas suelen ser los mismos que en episodios anteriores,
y hay estudios que muestran que las mujeres con infección urinaria recurrente,
sin complicaciones hacen su propio
diagnostico con gran precisión. A pesar de que un cultivo de orina generalmente
no se necesita para diagnosticar el cuadro, la opinión de expertos sugiere hacer un
cultivo de orina, sobre todo si hay un
cultivo precedente. El propósito del cultivo de orina es confirmar el
diagnóstico y ajustar la terapia antibiótica. El tratamiento empírico es
aceptable si la respuesta es adecuada, aunque como es lógico son esperables las
resistencias a medida que aumenten las recurrencias.
El tratamiento de los episodios recurrentes pueden seguir
las mismas pautas de antibióticos que se utilizan para la cistitis esporádica,
recomendando utilizar pautas largas de 7 días en pacientes con diabetes por ser
esta un factor de riesgo de
complicaciones (pielonefritis). Los fármacos empleados se muestran en la figura
adjunta que resume las guías americana, canadiense y europea, aunque remiten a
las guías locales elaboradas conforme a resistencias diagnosticadas y eficacia reconocida de fármacos utilizados en
la zona.
En cuanto a la profilaxis antibiótica, se indican varias estrategias,
una, el ya clásico tratamiento con
fármaco siguiendo una pauta temporal establecida otras seria la administración temprana
del fármaco por la paciente solo cuando esta considere que sufre el comienzo de una nueva recidiva
tras su correcto auto diagnostico. Esta segunda estrategia realmente no es de carácter preventivo, pero
ofrece la ventaja de reducir al mínimo la exposición a antibióticos y da a la paciente
un alto nivel de control sobre las recurrencia. Si la paciente relaciona claramente
la recurrencia con las relaciones sexuales se aplicara profilaxis antibiótica
diaria, tres veces por semana o poscoital en función de la frecuencia de estas
relaciones. La duración del tratamiento en los ensayos analizados es de hasta
seis meses, y no se encontraron diferencias a favor de ningún antibiótico
especifico eligiéndose este en función
de historial del paciente,
resistencias locales conocidas, el costo económico para el paciente, y el
objetivo de minimizar los efectos sobre la flora intestinal, (recordar la
toxicidad pulmonar de la nitrofurantoina en tratamientos prolongados aunque se
utilicen dosis bajas, toxicidad
reversible tras la retirada del fármaco).
Respecto
a estrategias preventivas no farmacológicas o no antibióticas se incluyen, el uso de probióticos vaginales, uso de
productos de arándano y reposición de estrógeno. Los ensayos con arándanos han
dado resultados contradictorios, encontrando en un metaanalisis una reducción de la mitad de recurrencias que
en otros donde no se pudieron verificar
los beneficios, además está por
esclarecer, dosificación, forma de aplicación y población optima;los
lactobacilus orales no ofrecieron diferencias con placebo, pero si mejoraron
las recurrencias aplicados en supositorios vaginales, así como también los
estrógenos utilizados por via vaginal fueron eficaces en mujeres
postmenopausiocas.
En
cuanto al tratamiento de la bacteriuria asintomática, ensayos aleatorios bien
realizados muestran que la detección y el tratamiento de bacteriuria
asintomática, no previene la enfermedad sintomática en mujeres premenopáusicas
no embarazadas, (no se incluyeron en esta
revisión las diabéticas). Las mujeres con bacteriuria asintomática sin
duda se encuentran en mayor riesgo de
ITU recurrente, pero el tratamiento de la bacteriuria no está indicado pues conduce
a la aparición de resistencias a los
antimicrobianos sin obtener disminución de las recurrencias.
Muy buena actualización. Está claro que en la elección de antibiótico mandan los patrones de sensibilidad del área en la que nos encontremos, por lo que las recomendaciones de las guías clínicas pueden servir de pista pero no son del todo extrapolables.Enhorabuena por el post.
ResponderEliminar