Efectos indeseables del tratamiento por IBP.


Loa IBP son fármacos sobre los que se ha escrito mucho últimamente y de los que probablemente se va a seguir escribiendo, su indicación  en situaciones tan frecuentes  en la clínica como, el reflujo gastroesofágico, ulcera  péptica, erradicación del Helicobacter pylori, reducción del riesgo de úlcera gástrica provocado por los AINES, dispepsia no ulcerosa y el síndrome de Zollinger-Ellison, le ha convertido en uno de los fármacos más prescritos y consumidos; sus escasos efectos adversos ha dado lugar a que estén sobreutilizados , tanto por prescripción médica como por un simple fenómeno de automedicación al banalizarse su consumo. El uso y abuso de este grupo de fármacos en muchos casos,  se produce además, de forma continuada en el tiempo, por la propia naturaleza del proceso que motiva su uso.  Ante esta situación, hace ya algunos años que han crecido las dudas sobre su aparente inocuidad. En esta semana pasada, se ha dado un paso más en este sentido al publicarse en JAMA dos estudios que evalúan la posible asociación del uso continuado de IBP y la aparición de insuficiencia renal crónica.

Los IBP, son profarmacos que requieren del ácido gástrico para su activación de aquí su interés en que la toma se haga en ayunas, con un pH gástrico bajo, no afectado por el alimento. Su activación promueve la fijación de forma irreversible a la ATPasa del canalículo secretor de la célula parietal, provocando la inhibición de la secreción del ácido clorhídrico y la consiguiente elevación del pH gástrico, lo que justifica sus indicaciones. Pero la presencia mantenida de pH elevados del  jugo gástrico, ha levantado la sospecha sobre potenciales efectos adversos, conclusiones de múltiples estudios observacionales lo han puesto de manifiesto,  os recordamos algunos de estos efectos a tener en cuenta:  algunos son nutricionales, como las dificultados de absorción de la Vit B12, el Mg, o del Ca , con importantes consecuencias sobe el metabolismo del hueso, aparición de osteoporosis y consecuentemente mayor numero de fracturas, otros, ocasionados por la diminución de la barrera química que supone la acidez gástrica, con el consiguiente aumento de infecciones generales, tanto por gérmenes externos ingeridos, caso de Clostridium difficile, como  por gérmenes entéricos que en presencia  de reflujo superan la barrera gástrica ocasionando neumonías. Los estudios que comentamos hoy publicados en JAMA  son también observacionales,  con un amplio número de pacientes,  uno de ellos 10.482 pacientes sin ERC fueron seguidos durante una media de 13,9 años, el otro, cuenta con 248.751 pacientes sin ERC, que fueron seguidos durante una media de 6,2 años, y concluyen que el uso de IBP es un factor de riesgo independiente para la enfermedad renal crónica y la lesión renal aguda, añadiendo que los que fueron tratados con antagonistas H2 no padecen este efecto indeseable.

El editorialista de JAMA a propósito de esta publicación, además de presentar un repaso de los distintos efectos indeseables comentados anteriormente (tabla) aconseja  que se vigilen los niveles de creatinina sérica y de Magnesio en pacientes con IBP, especialmente los que usen altas dosis.

Efectos adversos IBP

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