La actividad física en la actualidad, es sin duda uno de los
recursos más valiosos que la medicina actual maneja y valora muy positivamente
para mantener la salud del individuo y evitar y prevenir riesgos. La sexualidad por otra parte es uno de los valores de la persona considerados como importantes cuando definimos
un estándar de salud óptimo. Es evidente que la conjunción de ambos conceptos
en lo que se entiende como “actividad sexual”, es una de las practicas que mas
regularmente realiza toda la población a lo largo de su vida. Sería deseable pues, que el estudio y conocimiento de esa actividad
fuese un objetivo científico de primer orden; pero obviamente este estudio ha sido y seguirá
siendo muy dificultoso por la propia naturaleza
del hecho a observar, no obstante dada
su relevancia en lo que en los últimos años se ha dado en llamar calidad
de vida, son varios los grupos que han trabajado sobre este tema.
El último estudio al respecto lo publicaba Antony D. Karelis de Montreal (Canadá)
en la revista PLoS One a últimos del pasado año con el título “Gasto energéticodurante la actividad sexual en la pareja sana joven”. En los pocos estudios anteriores, se estudiaba la
variación a lo largo de los distintos momentos de la relación sexual de parámetros
como, frecuencia respiratoria y cardiaca,
tensión arterial, ECG y consumo de oxigeno, en un ambiente de laboratorio que incluía
electrodos, monitores, manguitos de presión sanguínea, e
incluso mascarillas, reproduciendo una situación escasamente extrapolable a una relación normal de pareja en su entorno habitual, que es lo
que realmente se pretende analizar, por lo tanto las objeciones metodológicas eran
muy grandes, resultando escasamente validos los resultados obtenidos.
El grupo
de Karelis se planteo el estudio de la actividad sexual en un ambiente natural,
sin ninguna interferencia externa a la pareja con el fin tener resultados más
concluyentes. El objetivo principal era
medir el gasto energético en kilocalorías como resultado primario y la
intensidad (METS) como resultado secundario utilizando un método sencillo, (sin
artefactos que interfieran la relación) y al mismo tiempo preciso para la medición del
gasto energético, “el brazalete SenseWear” , durante la actividad sexual de las parejas y
compararlo con una sesión de ejercicios simples de resistencia, caminar 30
minutos en una cinta rodante (0% de pendiente) a 65% de la frecuencia cardíaca máxima para tener
una mejor comprensión del gasto de energía en kilocalorías, que es una unidad
que se utiliza más comúnmente hoy en día por los profesionales de la salud. Se
reclutaron a 21 jóvenes parejas
heterosexuales de la ciudad, entre 18-35 años, no sedentaria (> 2 horas a semana
de ejercicio estructurado), sin disfunciones sexuales, con una vida sexual
activa (al menos una actividad sexual a la semana), con una relación amorosa, monógama y estable con
su pareja. La actividad sexual se definió como el inicio de los juegos previos,
las relaciones sexuales y al menos un orgasmo, ya sea del hombre o mujer y finalizar a discreción de la pareja. Durante un período de un mes, las parejas fueron instruidas
para realizar una actividad sexual a la semana en sus hogares. De este modo en un mes,
todas las parejas habían realizado un total de 4 actividades sexuales. Las
parejas realizaban sus actividades sexuales habituales y que debían usar ninguna droga, alcohol o medicamentos para la
disfunción eréctil (por ejemplo Viagra) antes de la actividad sexual, así como no realizar ninguna actividad sexual de tipo parafilico. Instruidos previamente sobre el objetivo del estudio, todos los participantes completaban de forma independiente un cuestionario después
de cada actividad sexual manifestando sus apreciaciones subjetivas sobre sensación de fatiga, placer, supuesto consumo energético
en comparación del ejercicio de la cinta etc….
Los resultados
mostraron un gasto energético de 4 calorías por minuto para los hombres y
3 por minuto para las mujeres, en las sesiones que se extendieron desde 10
hasta 57 minutos, incluyendo los juegos preliminares. (El promedio fue de 25
minutos.) Los hombres quemaron alrededor de 9 calorías por minuto y las mujeres
trotar alrededor de 7. Estos resultados clasifican la actividad sexual como "ejercicio moderado", demostrando
una actividad de 6-MET para los hombres y de de 5,6 MET para las mujeres. Eso
es el equivalente, según diversas estimaciones, a jugar un partido de dobles tenis o caminar a paso rápido o ligeramente cuesta
arriba, bailar …etc. El jogging sobre la cinta en comparación, era más intenso,
Tanto el gasto y la intensidad energética fueron significativamente mayores
durante la sesión de ejercicios de 30 minutos que la actividad sexual, una
actividad de 8,5 MET para los hombres en el estudio y 8,4 para las mujeres. Cabe
señalar que no se observaron diferencias entre hombres y mujeres para la
percepción del gasto de energía, el esfuerzo, la fatiga, y el placer.
Estos resultados sugieren
que la actividad sexual potencialmente puede considerarse, como un
ejercicio significativo. Por otra parte, tanto los hombres como las mujeres
informaron de que la actividad sexual era una muy agradable y más apreciada que
la sesión de ejercicios de 30 minutos en la cinta. Por lo tanto, este estudio
podría tener implicaciones para la planificación de los programas de
intervención como parte de un estilo de vida saludable por los profesionales de
la salud El
nivel de intensidad de la actividad sexual en el presente estudio puede
proporcionar a los profesionales de la salud una mejor comprensión sobre el
riesgo potencial para el infarto de miocardio en pacientes cardíacos ya que
este tema parece ser una preocupación en el campo de la medicina.
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